Cuando se plantea hacer un cambio organizativo o personal, puede resultar un proceso complejo, pues lejos de escribir un procedimiento o hacer una lista, se trata de ejecutar acciones que ayuden a cumplir los objetivos planteados. Se trata de una cuestión sencilla: “si quieres obtener resultados diferentes empieza por pensar y, sobre todo, por hacer cosas diferentes”. En la siguiente entrada de blog, te hablaremos de 4 actitudes frente al cambio.

Actitudes frente al cambio

Los expertos en organización afirman que existen cuatro actitudes básicas que las personas y organizaciones asumen frente a cualquier cambio. Es importante que se conozcan bien, y que se dominen y se tenga las herramientas para saber manejarlas:

Los Apóstoles:

Son las personas que tiene mayor conocimiento, están en posición de empujar y formar parte del cambio,  se les llama apóstoles por su prédica y su sermón, que atrae conversos.

Los Rehenes:

Son aquellos que desean el cambio pero no saben cómo provocarlo, ni tienen el conocimiento para hacerlo. Son rehenes de ellos mismos, de sus capacidades limitadas o de la posición que ocupan dentro de la organización.

Los Mercenarios:

Son personas que no están motivadas a realizar el cambio, que tienen las herramientas y pueden hacerlo pero no quieren, si se logra motivarlos entonces se convertirán en apóstoles

Los Terroristas:

Son aquellos miembros del equipo que representan una amenaza para el cambio que se desea realizar. No posee el conocimiento, no puede hacer el cambio, tampoco quieren, no son necesarios en el proceso de cambio. Es prácticamente imposible convertirlos en apóstoles.

Para las limitaciones para iniciar el cambio existen diferentes soluciones: Si el cambio no puede producirse por “no saber”, no tener las capacidades para ello, entonces se debe buscar información al respecto, aunque en ocasiones las personas que promocionan el cambio manejan códigos que los demás no controlan ni entienden, y tampoco es necesario que lo sepan. No se atribuye esto a un problema de comunicación, sino de simple estrategia para lograr los resultados.

Si es el caso de la carencia de poder para hacer un cambio, entonces debemos evaluar si está a nuestro alcance dicho cambio, o si podemos mejorar la situación comenzando desde el espacio del poder que tengamos,  para ir avanzando poco a poco en forma espiral, posiblemente el proceso sea más lento pero muy significativo.

Cuando es la voluntad la que no te permite realizar el cambio, entonces deberás recurrir a la motivación, tanto interna como externa. Un buen líder debe ser buen motivador y saber “vender” el cambio a su equipo, así como los beneficios que este traerá para los involucrados y porque es necesario tomar acciones diferentes para lograr que prevalezcan los intereses comunes y particulares.

Utilidad

La pregunta es “para qué sirve toda esta clasificación de actitudes”. Como líder debes conocer quien está en cada cuadrante para saber con quién cuentas al implementar un cambio importante en la organización. Si se trata de un cambio personal, entonces debemos ubicarnos dentro de esta clasificación y clasificar nuestra propia actitud ante un cambio.

No solo se debe conocer el cuadrante de actitudes sino que debes saber mover las piezas y siempre tener en cuenta aquella información que conocemos, así como qué podemos hacer y qué queremos, tanto personal como profesionalmente.  También debemos poder pasar de un lado a otro del cuadrante, o tener las herramientas para que se muevan los demás.

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